Entre las múltiples patologías que encuadran dentro del ámbito de la acústica arquitectónica, los grandes grupos clasificatorios respecto de ruido “aéreo” se refieren a tres problemáticas bien definidas:
1) Falta de acondicionamiento: es el que posibilita una calidad sonora adecuada.
2) Fallas en el aislamiento hacia el interior: evita ruidos externos, el más habitual, tránsito.
3) Insuficiencia en el aislamiento interno: falta de privacidad entre ambientes contiguos.
Para el primer grupo, las herramientas disponibles desde el proyecto arquitectónico serán siempre las que involucren tipos de materiales así como configuraciones espaciales que faciliten (o al menos no complejicen) estas salas, de manera de poder lograr tiempos de reverberación y niveles sonoros acordes a sus destinos.
En el caso del segundo grupo y donde también empiezan a tallar cuestiones de entorno, zonificación y envolvente propia, el profesional deberá verificar también no sólo lo atinente a materiales y sistemas constructivos a utilizar, sino también cuestiones más específicas y que eventualmente requerirán de mediciones de nivel sonoro en las proximidades de manera de poder asegurar a su comitente el cumplimiento de las normas de aplicación o incluso evitarse a sí mismo reclamos a posteriori. En nuestro medio, las primeras toman como herramienta de consulta la Norma IRAM 4044 que fija valores MINIMOS recomendados (y que actualmente se encuentra en proceso de actualización). En el segundo caso y frente a reclamos comunales o inclusive con alcances legales será la Ley 1540 (CABA), así como eventualmente también la Norma IRAM 4062.
Para el tercer grupo y que en definitiva es en esta oportunidad objeto de análisis, se dan situaciones que si bien se refieren al ámbito de la convivencia “puertas adentro” por tratarse de habitantes de la misma vivienda, oficina, hotel, etc. , sí atenta gravemente contra nuestra privacidad, capacidad de concentración, rendimiento laboral, períodos de descanso, calidad de vida, etc. Y es también el grupo donde estadísticamente existen mayor número de reclamos y pedido de trabajos correctivos.
Pensando entonces en los cierres verticales internos de estos locales como los principales protagonistas, todo se reduce a resolver desde lo constructivo de manera favorable los tabiques y puertas que conectan estos ambientes.
En este punto corresponde hacer un corte “cronológico” respecto al tipo de materiales a utilizar y donde llamaremos “Tipo A” a aquellos tales como mampostería de ladrillo común, otros muros y tabiques de albañilería, puertas con hojas y marcos macizos, cielorrasos aplicados, etc. Y llamaremos “Tipo B” a los sistemas constructivos más modernos por cierto pero también acústicamente menos eficientes tales como tabiquerías de placa de yeso, panelerías divisorias de oficinas en general, puertas tipo “placa”, cielorrasos suspendidos, etc.
Sin pretender llegar a una mirada nostálgica respecto a sistemas constructivos más tradicionales, corresponde de todas formas decir a priori que cerramientos de mayor peso, densidad y fabricados in situ sin solución de continuidad, continúan (al menos por estas latitudes) siendo más eficientes acústicamente que sistemas industrializados, más livianos.
La aparente antinomia entre viejo/nuevo o pesado/liviano no debería ser necesariamente así, ya que de hecho existen elementos y materiales específicos que vienen a complementar lo faltante. Lo que habitualmente ocurre es que a veces por desconocimiento, otras por economía mal entendida y otras por no contar con elementos normativos que permitan calificar el comportamiento acústico del “producto” arquitectónico, se deja de lado el uso de materiales acústicos que deben complementar los sistemas livianos. Y en otros casos, aún incorporándolos, no cuentan con la calidad de ejecución que el caso requiere.
A modo de ejemplo concreto se muestran en grafico Nro.1: valores recomendados según uso y su comparación con cerramientos típicos.
(Rw: índice de reducción acústica compensado)
A estos valores generalmente insuficientes, se le debe aplicar ahora otros dos “factores de corrección”, que tiene que ver con:
1) La ejecución deficiente o sin materiales acústicos específicos en tabiquerías livianas (por ejemplo de placas de yeso).
En el gráfico anterior se muestran ensayos de laboratorio de dos particiones de un sistema constructivo liviano donde en el primer caso fue realizado correctamente y personal idóneo y en el segundo caso su sellado fue realizado deficientemente.
2) La existencia de aberturas entre locales linderos.
Comparando distinto tipo de aberturas, vemos las diferencias de atenuación sonora entre ellas, teniendo como “extremos” del muestreo una puerta de madera maciza vs. una puerta “placa”. Está de más de decir que por cada puerta maciza que se instale, probablemente se coloquen centenares de las otras.
De manera que, frente a los niveles mínimos indispensables según norma, el cuadro de situación es el siguiente:
Como síntesis de la situación actual en nuestro medio, se debe hacer notar que los valores de aislamiento con los que cuentan nuestros edificios probablemente se encuentren no solamente por debajo de lo recomendado, sino también en un “umbral de conflictividad” peligrosamente bajo y el cual debería empezar a desplazarse rápidamente hacia valores más razonables y a la vez cercanos a los utilizados en el resto del mundo.
En línea con esta última idea, es que se han desarrollado materiales que si bien no resuelven la totalidad de esta gigantesca brecha entre los mínimos recomendados y los infra mínimos construidos, puede mejorar significativamente el aislamiento de los sistemas constructivos más livianos, de manera de mejorar la calidad de atenuación sonora de puertas y tabiques.
(Aislantes laminares: color + relieve)
A modo de ejemplo pueden citarse los recientes avances logrados en nuestro país a base del desarrollo de aislantes sonoros del tipo laminar que logran mejorar la perfomance acústica de puertas y tabiques de manera significativa.
Estos materiales, pensados desde su creación como elementos de uso “a posteriori” destinados a puertas y tabiques instalados, están pensados de manera de poder ser colocados en cuestión de minutos, sin requerir mano de obra especializada y con alternativas de terminación estética adecuada a cada caso.
Antecedentes de estos tratamientos complementarios han sido diversos refuerzos acústicos en algunos hoteles y edificios de oficinas de Buenos Aires pero también en el interior del país donde por ejemplo, sistemas constructivos pensados íntegramente en madera (x ej: cabañas en áreas turísticas), también requirieron mejoras acústicas que no perjudicaran el resultado del producto arquitectónico. A la vista, en los casos de obras ya terminadas, dentro de la tabiquería cuando se llega “ a tiempo” a la construcción, dan por resultado el aumento del aislamiento de la partición y esto a su vez, la mejora de la privacidad entre locales linderos.
A modo de corolario para este capítulo sobre patologías acústicas en la construcción deberíamos poder concluir aquello que respondía un fabricante de materiales para la construcción hace ya varios años: “mis materiales son de excelente calidad y van a cumplir para lo que fueron pensados. Lo que usted no puede pedirle es que cuente con propiedades mágicas y sirva también para otros usos que ustedes le quieran encontrar”.
Pretender que todos los tabiques que construimos y que todas las puertas que colocamos tienen la misma performance acústica, es equivalente a pensar que, por ejemplo, todas las ventanas son equivalente (chapa, madera, aluminio, pvc, etc.) y que sus comportamientos a distintos ensayos (térmico, acústico, hidrófugo, etc.) dan resultados idénticos.
Al utilizar los parámetros de habitabilidad de práctica, los materiales acústicos específicos adecuados y las técnicas constructivas correctas nos aseguramos no solamente cumplir con las nunca bien ponderadas “reglas del arte”, sino que también (y fundamentalmente) se obtienen resultados diferenciales en cuanto a calidad construida, hecho que progresivamente se va instalando entre proyectistas y desarrolladores como un plus donde la relación costo/beneficio expone claramente sus ventajas. Prueba de ellos son aquellos proyectos radicados en las zonas más cotizadas de la ciudad donde problemáticas como ruidos entre ambientes del mismo departamento, entre departamentos de distintos pisos o incluso entre núcleos húmedos de distintas unidades empezaron ya hace algunos años a ser objeto de consulta y encomiendas de la especialidad.
Arq. Alejandro L. Giani
Gerente Técnico Sonoflex S.R.L.
Magister en Acústica Arquitectónica y Medioambiental – URLL
Docente-investigador Facultad de Arquitectura, diseño y Urbanismo – UBA