Al momento de emprender la ejecución de una obra, suele ser habitual la consulta de las empresas del sector respecto de los ruidos máximos permitidos y que genera la actividad hacia el entorno, así como las acciones correctivas como protección hacia los vecinos. Los temas típicos a tratar serán en línea general la molestia que el despliegue de la actividad acarrea a colindantes y próximos y cual seria el posible desenlace d la cuestión.
Dentro de este cúmulo de pedidos y/o reclamos de las distintas partes involucradas, suelen aparecer aquellos relacionados con ruidos molestos y que se originan en tres grupos principales de fuentes:
- Ruido propio de los equipos que se están utilizando.
- Ruido especifico de la actividad y los materiales involucrados.
- Otros indirectos, producto de las lógicas de descarga, personal, avisos de maquinarias, etc.
Dado que existe un campo normativo que define los límites de esta molestia y considerando que en algunas de estas obras los plazos de ejecución son relativamente importantes, correspondería hacer un análisis del marco legal de aplicación, así como las posibles acciones correctivas a realizar;
Marco normativo:
Si bien la actividad de la construcción en sus distintas ramas podría considerarse como no permanente ya que por su dinámica y procedimiento se refiere a periodos de tiempo relativamente breves e incluso en frentes de trabajo que se desplazan a lo largo de ese periodo, se debería conocer los lineamientos básicos que delimitan la situación de molestia.
A modo de referencia, podría citarse el criterio de aplicación de la norma IRAM 4062, donde el criterio de evaluación se refiere a la comparativa entre la situación anterior y la actual con la generación de ruido activo. Esta comparativa, mas factores de corrección tales como horarios de actividad, características del ruido emitido, zonificación y posición relativa del damnificado son lo que dan por resultado la condición de molestia, calificación que típicamente es disparadora de reclamos y pedidos hacia los entes de control.
Por citar otro caso relativamente reciente, la reglamentación de la Ley 1540 de la Ciudad de Buenos Aires, también clasifica las zonas de la ciudad según un “zoning” urbano y a continuación asigna distintas categorías para grupos de actividades, identificándolas como áreas de sensibilidad acústica. A partir de allí, nuevamente factores de corrección que en más o en menos modifican los parámetros de evaluación, vuelven a determinar la condición de molestia.
Fuentes de ruido: clasificación, descripción y evaluación correctiva
1) Ruido de equipamiento.
Respecto al ruido propio de los equipos utilizados, podríamos diferenciarlos entre aquellos que se definen como livianos (por ej. herramientas de mano) y otros que por sus dimensiones y tarea que realizan, se define como equipamiento pesado.
Para todas aquellas tareas que requieran herramientas de mano (es decir desde el uso de amoladoras hasta martillos neumáticos, existen sistemas de insonorización portátiles que posibilitan acotar el ruido al sector específico de trabajo, dejando liberado (o atenuado) el resto de la obra a esta molestia.
En el caso de los equipos con motorización o complementarios de otros (desde una pala mecánica a un grupo electrógeno, compresor, etc.), es también posible desde la gestión de programación tomar desiciones previas respecto al equipo a contratar o llevar al obrado, ya que existen en el mercado equipos ya insonorizados que permiten realizar las tareas necesarias con emisiones de ruido menores a las habituales.
2) Ruido especifico de la actividad
Y que fundamentalmente se refiere a tareas de demolición, remoción, corte, perforación, etc. Estas, también son pasibles de “cercar” desde el punto de vista acústico, asumiendo como solución de compromiso no mejorar la situación en el puesto específico de trabajo pero si mermas considerables a cierta distancia.
3) Otros indirectos
Es aquí donde desde el gerenciamiento de la obra se pueden realizar las mayores acciones correctivas, ya que desde la elección de las áreas de acopio, ubicación de los sectores de obrador, vestuarios, etc. se resuelven gran parte de los potenciales conflictos. Estas previsiones, así como también la adecuada dosificación de horarios, y volumen de movimiento de materiales es posible atenuar el impacto hacia vecinos.
A modo de conclusión provisoria entonces, se debería incorporarse la variable del impacto sonoro a la evaluación de un inicio de obra ya que su imprevisión suele generar inconvenientes mayores y que en casos extremos pueden funcionar como “potenciador” de otros reclamos habituales, además de generar retrasos en los tiempos, incumplimientos de cronogramas previstos, etc.
En una actividad industrial que por sus características intrínsecas posee un grado de complejidad mayor a otras de puesto fijo y/o producción seriada, anticipar este tipo de situaciones será básico en la etapa de programación.
Esto, mas la eventual consulta a los especialistas en el área y las empresas desarrolladoras y fabricantes de dispositivos de atenuación acústica, se perfilaría entonces como el proceso lógico en el abordaje del tema.
Arq. Alejandro L. Giani
Magister en Acústica Arquitectónica y Medioambiental
Gerente Técnico Sonoflex SRL